Sexo, drogas, rock and roll… y trabajo” Así ha sido la vida de Gay Mercader organizador de conciertos Internacionales desde 1971

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UN LIBRO RECOGE LOS CARTELES DE MILES DE CONCIERTOS ORGANIZADOS POR ESTE PROMOTOR PIONERO, DE STING A LOS STONES, LOU REED, TINA TURNER, BOB MARLEY, IGGY POP, PINK FLOYD, VAN MORRISON, THE CURE Y SPRINGSTEEN


Cultura.- BILBAO:  Sin Gay Mercader, pionero en la organización de conciertos internacionales desde 1971, hubierámos tenido problemas en el Estado y Euskadi para ver en directo a Sting, los Stones, Lou Reed, Tina Turner, Bob Marley, Iggy Pop, Pink Floyd, Van Morrison, The Cure, Bowie y Springsteen, entre otros muchos. La editorial bilbaina Vudumedia ha editado y diseñado Gay Mercader 1971/2017 Tour Posters (Satélite K), un lujoso libro que recoge los carteles de sus conciertos más emblemáticos. “Pasé de fan a promotor, trayendo a los artistas que quería ver”, explica.

El libro surge como una gran excusa para hablar de su carrera…

-Es una edición limitada de 1.500 ejemplares numerados a mano, de los que quedan varios cientos. No se volverá a reeditar jamás y quedará como un objeto de culto y colección. Las páginas están cosidas a mano, con tela negra imperial y con la portada y el lomo están en relieve.

¿Qué ofrece su contenido?

-Hay un índice de 3.400 conciertos que he financiado, con 562 carteles, uno por banda al menos. Hay más de los Stones o Sting, entre otros. Me cuesta mirarlos porque me recuerdan demasiadas cosas.

Usted fue el primero, ¿qué le impulsó a organizar conciertos a principios de los 70?

-Vivía en París y allí vi a The Beatles con Yarbirds, cuando estaba Eric Clapton, un par de veces a los Stones, que me dejaron la boca abierta en la quinta fila, a The Kinks, Moody Blues… Inglaterra estaba cerca de Francia y su música no había invadido todavía Estados Unidos. Era un fanático de la música, un auténtico poseído, y al volver a España no podía verlos. Por eso decidí traerlos yo. Al hablar inglés fluidamente y conocer su cultura, además de mi palique y cara dura, me lancé.

Creo que su familia renegó de usted por ser el hijo rebelde.

-Bueno… me fui alejando de ellos. Los padres de buenas familias no querían que saliera con sus hijas y a la mía no le gustó nada mi trabajo. Yo tenía un futuro blindado pero me dejé melena, fumaba porros y me metí en un negocio considerado supuestamente para delincuentes y drogadictos… Fui a lo mío, nadie me iba a hacer bajarme del burro. Esta era mi misión en 1971.

¿Recuerda su primer concierto?

-Titanic, un grupo de daneses con un cantante inglés. Empecé en el Pachá de Sitges, una de las boites de la época. Allí, en las discotecas, empezaron muchos. Estuve dos años de vacío, sin que nadie me ayudase y sin medios económicos al alejarme de mi familia, hasta que salí adelante con The Incredible String Band, King Crimson, Procol Harum… Recuerdo que fiché a Black Sabbath… y se pusieron enfermos.

Pasó de fan a promotor. ¿Se dejaba llevar por sus propios gustos?

-Casi siempre, lo que resultó nefasto en ocasiones. Recuerdo un concierto de Kevin Ayers, quien me gustaba mucho, pero me fue fatal. Era un tipo curioso que vivió en Deiá y que al firmar con Virgin, se lió con la mujer de su jefe, Richard Branson (risas).

Siempre apostó por los conciertos internacionales. ¿Por qué?

-El motivo era simple, ya había agentes para los artistas estatales. Yo hacía lo que no hacía nadie. Promotores como tales no había, eran agentes que nos vendían bolos. No había escenarios, ni circuitos o equipos de sonido, estaba todo por hacer. Lo que sí hice fue contratar a grupos españoles como Radio Futura, Burning o Los Secretos como teloneros de Elvis Costello, Dr. Feelgood o Ramones, para echar una mano.

¿Con qué artista logró importantes beneficios y con cuál se dio el primer gran batacazo?

-Pasta, pasta… no era un negocio como tal, quedaba dinero para ir tirando.

Eso sí, me he pegado más hostias que nada. Empecé a dejar de perder pasta en 1976 con Tina Turner, la primera vez que vino, pero me fue mal con Bob Marley, por ejemplo, aunque fue un gran éxito. En Madrid me lo prohibió el Gobierno civil cuando ya había mucha inversión hecha en estadio, promoción, caché del artista…

Estamos hablando de los 70, de una España franquista y en blanco y negro.

-Y duró mucho tiempo después de su muerte. Hicimos a los Stones en 1982, con todo el estadio Vicente Calderón vendido, pero me lo prohibieron en Barcelona por un problema entre Porta, presidente de la Liga de Fútbol, y de Saporta, el encargado del Mundial. Al final, hicimos doblete en Madrid.

Tiene fama de ser amigo de muchas estrellas. ¿Nunca tuvo el temor de que le decepcionaran en las distancias cortas?

-No, no. Uno ya va avisado. Este mundo es muy pequeño y todos sabíamos cómo actuaban. Por ejemplo, Lou Reed era insoportable y, aunque hice muchos de sus conciertos, nunca le saludé. Y el brillante Van Morrison es otro borde.

¿Y Dylan?

-Él no, va a su bola. Lo que no quiere es que le agobien, que se olviden de él. Va a lo suyo, lo que es muy práctico para el promotor. Es que mi trabajo no es ser amable con ellos, sino montar un buen concierto y ser profesional. No me pagan para sonreír.

Siempre defiende a Sting como persona.

-¡Hombre, nadie te devuelve medio millón de dólares por un concierto que salió mal! Él lo hizo en los 80. El concierto iba a ser en el estadio del Atlético de Madrid, pasó al del Rayo y Ruíz Mateos rompió el contrato porque le importaba todo un huevo. Creo que buscaba un escándalo mediático. Al final, llenamos Las Ventas pero, claro, al ser un aforo menor, perdí medio millón de euros que Sting me devolvió.

Habrá vivido buenas juergas con Keith Richards e Iggy Pop ¿verdad?

-Han sido unos buenos balas, sí. Los excesos de ambos están muy documentados, pero ya no. De hecho, Iggy ya ni bebe, ni fuma… Igual una copa de vino o un canuto. Ni heroína ni cocaína, ni nada de eso, afortunadamente.

¿Y al otro lado de la balanza?

-A Springsteen le traje la primera vez, a Barcelona, y no llenamos. Él es un tipo muy sanote. ¡Si no lo fuera, cómo coño aguantaría más de 3 horas y media actuando!

¿A veces le piden al promotor que haga de ‘dealer’ también?

Si hacían falta drogas, siempre encontrabas. Antes sí pasaba, hoy en día ya no, que yo sepa.

¿Nunca soñó con subir al escenario como músico?

-No, no… es importante en la vida conocer tus limitaciones. Sería un pésimo artista, pero soy un buen organizador.

¿Al promotor le da tiempo a disfrutar de los conciertos?

-Sí, claro. He tenido siempre un buen equipo que me lo ha permitido pasar bomba en algunos. El de Marley, Ian Dury… Eso sí, mi sitio está detrás, no en la zona VIP, mariposeando. Además, al saber lo que se va a cantar, salgo para ver tal o cual canción.

¿Se ha retirado ya?

-No, ni mucho menos. El año pasado hice The Cure, que son amigos míos. Y a Sting. Trabajo al ritmo que me da la gana, no me machaco. No llevo el frenesí de antaño, pero nunca me retiraré. Nunca me he arrepentido de este trabajo, volvería a hacerlo.

Vivió el tópico de sexo, drogas y rock’n’roll.

-Cierto, mi vida ha sido mucho sexo, drogas y rock’nroll... y mucho trabajo. Sin este último componente no se llega a nada. Y sigo aquí, no porque sea más listo que otros sino porque hay que saber que todo tiene su tiempo y que algunas cosas hay que dejarlas. Tengo mucha fuerza de voluntad.

¿Sigue oyendo música, está al tanto de la actualidad?

-A ver… el rap y el reguetón no me emocionan demasiado. Al segundo tendrían que quitarle el ton y quedarse en reggae. No son mis estilos, pero me gustan cosas diversas. Tengo una lista de casi 1.000 canciones en Spotify y están Camarón, Xabier Cugat, los Stones, Dylan, Rosalía… En la música me gusta de todo, soy muy ecléctico.